domingo, 1 de mayo de 2011

UNIDOS EN UN BOSQUE DE BANDERAS

140 jóvenes de más de 25 países reunidos en un “bosque de banderas” en el interior del Museo Pumapungo de la ciudad de Cuenca, Ecuador en el marco de la Ruta Inka 2010 (A la izquierda claramente se aprecia la bandera boliviana)



“Los viajes son en la juventud una parte de educación y, en la vejez, una parte de experiencia”.
Sir Francis Bacon


“Bajo un bosque de banderas, los colores brillan al oír tu voz, romperemos tus fronteras y mías por caminos de las rutas de las sendas del sol…….” suena el coro del tema Bosque de banderas de la agrupación española Mentón de Fogarty la cual fue la canción oficial de La RUTA INKA 2010 denominada “AL ENCUENTRO DE LOS MAYAS”. Esa expedición fue la experiencia más gratificante que personalmente he vivido, pues pude convivir durante 40 días con aproximadamente 140 estudiantes de casi 25 países del mundo y de 3 continentes.
Una cima alcanzada, un sueño cumplido, un reto vencido, en fin, son tantas las frases que se me vienen a la mente para expresar la gran satisfacción que ese trascendental evento despertó en mi interior, pero aún así, no es suficiente, no alcanzan para describir la emoción que mi corazón desbordó por encaminarme hacia las venas de aquel imperio que otrora se erigió vigoroso en los Andes.
El saber que representantes de todo el mundo, todas las razas, todas las nacionalidades e idiomas se unían en un sólo cuerpo para andar por esos caminos tras las huellas de aquella eminente raza andina, se constituyó en un sueño que gracias a Dios pude cumplir.
A casi un año de esa experiencia el corazón me late intensamente cuando me comunico con todos los amigos que hice. Conversar por el Chat, recordar por el Facebook las fotografías de nuestras aventuras, ver los posts en los blogs de mis amigos donde hacen mención a esas experiencias, me convence más que formamos una amistad para siempre, pues tal vez nos separe la distancia, pero gracias a los medios que la tecnología nos ofrece hoy puedo conversar, compartir, recordar buenos momentos e incluso reír con ellos.
La memoria me lleva a aquellos lugares donde risas y cámaras fotográficas se fusionaron en imágenes llenas de emociones traducidas en tres palabras que resumen un viaje de más de 3000 kilómetros: aventura, conocimiento e integración.


Aventura, por que caminamos por las sinuosas rutas del majestuoso Qhápaq Ñan en Bolivia donde pudimos experimentar el cansancio acompañado de la alegría por recorrer durante 3 días el Camino Precolombino del Choro. En Perú nos esperaban otros retos como la caminata a la fortaleza de Waqrapukara donde siglos antes el curaca Tito Kosñipa se rebeló contra el poderío de Huayna Qhápaq a donde llegamos exhaustos, pero fuimos recompensados con un recorrido por las escalinatas, pasillos y muros de tremenda edificación. El éxtasis de la aventura se materializó el miércoles 30 de junio de 2010, ya que luego de 10 horas de viaje en bus por carreteras próximas al abismo, 4 horas de caminata al lado de las vías del tren, una cuesta de 500 metros y una espera de más de 2 horas pudimos llegar a ver una de las maravillas del mundo moderno, Machu Picchu que nos deslumbró efímeramente que para muchos significó un sueño cumplido y para otros la desilusión por no poder disfrutar de sus hermosas y místicas calles.

Conocimiento, por que todos los expedicionarios llegamos a experimentar nuevas sensaciones y conocer la cultura viva de nuestra América morena junto a los pueblos indígenas que visitamos, ya sea desde el jallalla aymara en Bolivia o el q’ausachun quechua que gritamos en Perú, las valiosas lecciones de vida que nos enseñaron los Taytas en Chibuleo, Ecuador, hasta los discursos en diferentes dialectos de los nasa o guambianos que pudimos escuchar en el Resguardo Indígena de La María, Colombia.


Integración, por que ver a europeos pijchando coca, asiáticos bailando samba, brasileros y argentinos portando orgullosos la Whipala, 10 nacionalidades jugando fútbol en una misma cancha o ver las fotografías “Bajo un bosque de banderas” que en muchos lugares pudimos obtener, nos llenaron de emoción, pues llegamos a conocernos y afianzar los lazos de amistad que poco a poco se fueron formando al interior del íntegro grupo de expedicionarios. Todo ello sumado al compañerismo y solidaridad demostrados por los embajadores de más de 25 países se convirtieron en una hermosa amistad que durará por siempre.

Sin duda, las despedidas son tristes y aquella ocasión no fue la excepción por que esos últimos minutos junto a mis amigos me volvieron al inicio de la ruta, al principio no conocía a nadie y en ese momento estaba a punto de marcharme con el grato placer de conocer personas de todo el mundo, pues muchos viajarán y conocerán los sitios que visitamos, pero sólo 140 personas de las más de 6000 millones que habitan el planeta podremos decir “Hice la Ruta Inka 2010”.




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