domingo, 1 de mayo de 2011

CONOCER VIAJANDO

Estudiantes de la Carrera de Turismo de la Universidad Mayor de San Andrés en la cima del nevado Serky Khollu a 5546 m.s.n.m. en la Cordillera Real de La Paz


"Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía"

José Vasconcelos


Meditando en una de mis expediciones a la Cordillera Real llegué a la conclusión que la mejor forma de conocer a una persona en todas sus facetas es: primero, conversando sobre temas de interés común, por que así conoces las aficiones y gustos de la persona; segundo, jugando algún juego competitivo o de roce físico, ya que de esa manera se puede llegar a conocer el carácter y la paciencia; y tercero, viajando, pues de esa forma puedes percibir la personalidad, los valores, su visión de la vida y el modo de comportamiento que tiene.


Conociendo plenamente a la persona se puede llegar a ser amigo de ésta y creo que sólo en una de las 54 carreras de la Universidad Mayor de San Andrés se forja la verdadera amistad y me refiero a la Carrera de Turismo, pues creo que los viajes que se realizan ayudan a nacer, fortalecer y hacer duradera una amistad. En el viaje se vive, se siente, se conoce y se eliminan prejuicios, eso lleva a los amigos a compartir todas sus facetas personales, culturales y relacionarse de mejor forma. Existen amistades de todo tipo, pero la que se forma entre los estudiantes de esta carrera es una de las más especiales, pues se conocen tan bien que uno sabe todo sobre el otro y viceversa, además de ello el viaje contribuye a la formación personal de cada persona mejorando en demasía el aspecto humano. Sin duda las verdaderas amistades se forman en la universidad y doy cuenta de ello por que encontré amigos y amigas sin condicionamientos que me aceptaron tal como soy y eso es lo que más valoro de ellos.


Cuantos recuerdos se me vienen a la mente cuando escucho la arenga “viaje, cultura y compañerismo…..adelante TURISMO”. Recuerdo muy bien cuando hace dos años realizamos el bautizo donde cada estudiante gritaba la frase que nos caracteriza, fue emocionante ver a compañeros identificarse con la carrera, pues ellos iban a vivir lo que las generaciones anteriores habíamos vivido.
Conocer Bolivia sobre un bus, una lancha o un avión es lo mejor que un estudiante de Turismo puede vivir, pues recorrer los recónditos rincones de nuestro país nos hace más tolerantes y nos abre las puertas a convivir con los demás y además conocer infinitas historias de vida en lo pluricultural de nuestro país.


Para finalizar, me dirijo a aquel estudiante de Turismo que piensa aprenderlo todo de forma teórica en las cuatro paredes de un aula universitaria, le persuado a realizar lo mismo que Francisco Muñoz de Escalona cita con sabiduría y escribe en su obra:


Al escultor francés Augusto Rodin le preguntaron un día donde comprendió la escultura. Respondió con estas palabras inesperadas: “en los bosques, mirando los árboles, en los caminos, observando la construcción de las nubes, en el taller, observando el modelo. En todas partes excepto en las escuelas”.
Si a mí me preguntaran cómo he llegado a mi visón personal del turismo, respondería: observando a los empresarios, inquiriendo a los consumidores, espiando a los vendedores, en definitiva, estudiando la conducta diaria de los agentes que intervienen en el mercado. En todas partes menos en la Universidad.


Yo le añadiría, en síntesis………. viajando.



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UNIDOS EN UN BOSQUE DE BANDERAS

140 jóvenes de más de 25 países reunidos en un “bosque de banderas” en el interior del Museo Pumapungo de la ciudad de Cuenca, Ecuador en el marco de la Ruta Inka 2010 (A la izquierda claramente se aprecia la bandera boliviana)



“Los viajes son en la juventud una parte de educación y, en la vejez, una parte de experiencia”.
Sir Francis Bacon


“Bajo un bosque de banderas, los colores brillan al oír tu voz, romperemos tus fronteras y mías por caminos de las rutas de las sendas del sol…….” suena el coro del tema Bosque de banderas de la agrupación española Mentón de Fogarty la cual fue la canción oficial de La RUTA INKA 2010 denominada “AL ENCUENTRO DE LOS MAYAS”. Esa expedición fue la experiencia más gratificante que personalmente he vivido, pues pude convivir durante 40 días con aproximadamente 140 estudiantes de casi 25 países del mundo y de 3 continentes.
Una cima alcanzada, un sueño cumplido, un reto vencido, en fin, son tantas las frases que se me vienen a la mente para expresar la gran satisfacción que ese trascendental evento despertó en mi interior, pero aún así, no es suficiente, no alcanzan para describir la emoción que mi corazón desbordó por encaminarme hacia las venas de aquel imperio que otrora se erigió vigoroso en los Andes.
El saber que representantes de todo el mundo, todas las razas, todas las nacionalidades e idiomas se unían en un sólo cuerpo para andar por esos caminos tras las huellas de aquella eminente raza andina, se constituyó en un sueño que gracias a Dios pude cumplir.
A casi un año de esa experiencia el corazón me late intensamente cuando me comunico con todos los amigos que hice. Conversar por el Chat, recordar por el Facebook las fotografías de nuestras aventuras, ver los posts en los blogs de mis amigos donde hacen mención a esas experiencias, me convence más que formamos una amistad para siempre, pues tal vez nos separe la distancia, pero gracias a los medios que la tecnología nos ofrece hoy puedo conversar, compartir, recordar buenos momentos e incluso reír con ellos.
La memoria me lleva a aquellos lugares donde risas y cámaras fotográficas se fusionaron en imágenes llenas de emociones traducidas en tres palabras que resumen un viaje de más de 3000 kilómetros: aventura, conocimiento e integración.


Aventura, por que caminamos por las sinuosas rutas del majestuoso Qhápaq Ñan en Bolivia donde pudimos experimentar el cansancio acompañado de la alegría por recorrer durante 3 días el Camino Precolombino del Choro. En Perú nos esperaban otros retos como la caminata a la fortaleza de Waqrapukara donde siglos antes el curaca Tito Kosñipa se rebeló contra el poderío de Huayna Qhápaq a donde llegamos exhaustos, pero fuimos recompensados con un recorrido por las escalinatas, pasillos y muros de tremenda edificación. El éxtasis de la aventura se materializó el miércoles 30 de junio de 2010, ya que luego de 10 horas de viaje en bus por carreteras próximas al abismo, 4 horas de caminata al lado de las vías del tren, una cuesta de 500 metros y una espera de más de 2 horas pudimos llegar a ver una de las maravillas del mundo moderno, Machu Picchu que nos deslumbró efímeramente que para muchos significó un sueño cumplido y para otros la desilusión por no poder disfrutar de sus hermosas y místicas calles.

Conocimiento, por que todos los expedicionarios llegamos a experimentar nuevas sensaciones y conocer la cultura viva de nuestra América morena junto a los pueblos indígenas que visitamos, ya sea desde el jallalla aymara en Bolivia o el q’ausachun quechua que gritamos en Perú, las valiosas lecciones de vida que nos enseñaron los Taytas en Chibuleo, Ecuador, hasta los discursos en diferentes dialectos de los nasa o guambianos que pudimos escuchar en el Resguardo Indígena de La María, Colombia.


Integración, por que ver a europeos pijchando coca, asiáticos bailando samba, brasileros y argentinos portando orgullosos la Whipala, 10 nacionalidades jugando fútbol en una misma cancha o ver las fotografías “Bajo un bosque de banderas” que en muchos lugares pudimos obtener, nos llenaron de emoción, pues llegamos a conocernos y afianzar los lazos de amistad que poco a poco se fueron formando al interior del íntegro grupo de expedicionarios. Todo ello sumado al compañerismo y solidaridad demostrados por los embajadores de más de 25 países se convirtieron en una hermosa amistad que durará por siempre.

Sin duda, las despedidas son tristes y aquella ocasión no fue la excepción por que esos últimos minutos junto a mis amigos me volvieron al inicio de la ruta, al principio no conocía a nadie y en ese momento estaba a punto de marcharme con el grato placer de conocer personas de todo el mundo, pues muchos viajarán y conocerán los sitios que visitamos, pero sólo 140 personas de las más de 6000 millones que habitan el planeta podremos decir “Hice la Ruta Inka 2010”.




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